Los estudios para hacer despidos masivos tras el verano desbordan a los abogados.
La desaceleración también infla de trabajo a los cazadores de morosos.
¿Para quién es tiempo de crisis? ¿Para el constructor que baja los precios o para la pareja que ahora puede comprar ese pisito imposible? La desaceleración deja espacios que aprovechar, en los que se afanan cazadores de morosos y abogados. Uría y el casco antiguo son ahora un semillero de despachos por donde desfilan empresarios en busca de un tipo específico de juristas: aquellos que manejan las leyes a las que agarrarse para poder recortar plantilla o cobrar un impago.
«Hace un año lo que preguntaban era cómo abrir una oficina fuera, ahora las consultas van por otro lado», admite Luís Miguel Bousoño, de María Eugenia Linares Abogados. Entre los 400 clientes que maneja, lo que ya abunda es «el que te pide que le mires la posibilidad que tiene de echar a algunos». Según desvela, «la mayor parte de estos estudios de despidos están parados en el despacho, pero listos. Se está formando una nube que aún no se sabe si va a caer de golpe». La decisión de ejecutarla, dice, llegará tras el verano. «Están a la expectativa, a ver si escampa y pueden recuperar ingresos o tienen que ir recortando personal», informa Bousoño.
Carlos García lo confirma: «Esto no ha hecho más que empezar». Pertenece al principal bufete mercantil, pero el traje no le llega al cuello. «Es que no hago más que despedir a gente, esta semana llevo tres expedientes de regulación de empleo», lamenta el responsable del departamento Laboral de Garrigues Oviedo.
Más en: El negocio es la crisis