04.09.08 –
XABIEL GARCÍA PAÑEDA DOCTOR E INGENIERO EN INFORMÁTICA
Lo primero que hago todos los días cuando llego a mi despacho es echar un vistazo al correo electrónico. No creo que el ser ingeniero en Informática me haga perder la perspectiva en este caso, si digo que lo considero un medio de comunicación muy interesante. Es rápido, barato y, en general, no te hace perder el tiempo. Cuando tienes algo que contar a alguien, le envías un correo y él o ella cuando pueda lo lee, y si procede, te contesta. Un funcionamiento sencillo similar al correo tradicional, pero rápido y ecológico (ni papel, ni sello, ni gasolina para el transporte). Sin embargo, a este popular servicio de internet le ha salido un lado oscuro. Un elemento distorsionador que disminuye su utilidad y está generando muchos rompederos de cabeza tanto a los técnicos como a los usuarios. Entre las decenas de correos que recibo a diario aparecen algunos, por no decir muchos, de negocios con el Banco de Nigeria, de sitios para comprar Viagra a mitad de precio o para hacerse un alargamiento de pene a precio de ganga.
La consecuencia de estos envíos ofreciéndonos todo tipo de productos y servicios, en algunos casos ilegales, es que millones de correos electrónicos indeseados fluyen por la Red a diario generando un gran consumo de recursos y molestias a los receptores. Es lo que en el argot técnico denominamos ‘span’ y popularmente ‘correo basura’. El proceso de generación del ‘correo basura’ comienza en millones de ordenadores infectados por troyanos (programas ocultos) que conforman lo que se denomina redes de zombies o ‘botnets’. Usuarios particulares que no tienen actualizado sus antivirus o que navegan por páginas Web poco recomendables, se infectan a diario con estos programas que a partir de ese momento utilizan nuestros ordenadores como punto de salida del ‘spam’.
Para localizar los destinatarios, los sistemas de generación del ‘correo basura’ entran en páginas Web en busca de direcciones de e-mail. Mediante programas ‘gateadores’ se recorren millones de sitios Web tratando de localizar cadenas de caracteres que contengan la letra @, que, como saben, está siempre presente en las direcciones. Para evitar ser descubiertos y filtrados (término técnico para eliminar un correo no deseado), los generadores cambian regularmente el origen y ligeramente el contenido de los correos. De esta forma, los sistemas de detección no pueden encontrar los patrones de repetición que se utilizan para diferenciarlos del resto de mensajes.
E l resultado de todo esto es un consumo brutal de ancho de banda en las redes de comunicaciones, un montón de profesionales intentando detectar el origen del correo y usuarios molestos por recibir decenas de ‘correos basura’. En algunas ocasiones, el desconocimiento hace que el problema sea todavía mayor. Algunos de los negocios que se nos ofrecen ocultan asuntos sucios como estafas, robos o evasión de divisas. Si en algún momento aceptáramos participar, podríamos vernos en el banquillo de los acusados de un proceso penal. Un ejemplo de esto podría ser el correo que llega ofreciéndonos un trabajo como intermediarios de un banco extranjero. Se nos dice que dicha entidad que no dispone de oficinas en España y que nos pagaría una comisión por recibir en nuestra cuenta una cantidad de dinero y transferirlo a través de una compañía de envíos monetarios a una dirección en Rusia. El problema fundamental es que el dinero que vamos a recibir ha sido con toda seguridad robado y al transferirlo estamos siendo colaboradores en el delito.
Actualmente, no existe una solución mágica para evitar los problemas generados por el ‘correo basura’. Mi consejo es que mantengan sus antivirus actualizados, no naveguen por páginas poco recomendables, y borren los correos basura directamente sin ni siquiera mirar su contenido.