Empresarios, científicos y docentes respaldan la apuesta de la Ministra por cambiar el modelo económico, pero solicitan para ella «tiempo y paciencia»
La próxima semana Cristina Garmendia (San Sebastián, 1962) cumplirá siete meses al frente del Ministerio de Ciencia e Innovación. Su nombramiento se entendió como una de las grandes apuestas de José Luis Zapatero en su segunda legislatura. La misión encomendada a Garmendia quedó clara desde un principio: cambiar las bases de la economía española pasando de un sistema sustentado en la construcción y el turismo, a otro cuyo motor sea la investigación y la innovación. Toda una revolución en un país en el que el sol y el cemento son señas de identidad desde los sesenta.
Por eso la tarea de Garmendia no es fácil. Pero al menos ha tenido claro por dónde empezar: la Universidad. La Ministra no se cansa de repetir que uno de los grandes problemas del país es que «no tenemos cultura científica porque la ciencia ha vivido al margen de la sociedad». Y cuando se refiere a sociedad habla principalmente del mundo empresarial. De ahí que uno de sus principales compromisos sea el de acercar el mundo universitario, y por extensión el de la investigación, a la empresa. Conectar ambos mundos y ayudar a que se retroalimenten para convertir la materia gris en una de las principales fuentes de riqueza del país. «Una vez que se acerque el mundo de la investigación a la empresa lo demás vendrá rodado. El principal problema es que los investigadores no conocen lo que están haciendo las empresas y viceversa», reconoce Alberto González, secretario general de FADE.
De ahí que transformar la Universidad sea una de las grandes obsesiones de Garmendia. «Hay unanimidad en percibir una necesidad de cambio», apuntaba Garmendia el pasado jueves en Oviedo. La Ministra lo hacía durante la presentación a los responsables del ágora ovetense de «Estrategia Universidad 2015», la base de todo el cambio y cuyo objetivo es colocar la educación universitaria española entre las diez primeras del planeta y a alguno de sus centros de enseñanza entre los cien mejores del mundo.
[…]Los empresarios no lo ven tan claro. «En épocas de recesión el énfasis se pone en otros departamentos. Este gobierno está haciendo un especial hincapié en la protección social. Por lo que de algún sitio habrá que recortar», asume Alberto González. De ser así los ambiciosos planes de la ministra sufrirían un frenazo cuyas dimensiones son impredecibles. Queda por ver si la convicción de Zapatero de cambiar el modelo económico español es real o si sucumbirá a la recesión. Si no va de farol, deberá tratar con guante de terciopelo los recortes del prespuesto de Garmendia. «Es la única manera de tener una economía sólida y no de pies de barro», sentencia Juan Vázquez.