El fracaso de la prensa


La prensa ha fracasado. Lo mires como lo mires, lo pongas hacia arriba o hacia abajo, les des mil vueltas o no se las des. Ha perdido capacidad de inmediatez, de credibilidad, de rigor, de calidad informativa y literaria, de complicidad con la ciudadanía, de rentabilidad… Y la culpa no ha sido de Internet, ni de la crisis, ni de la cada vez menor cualificación del periodista, ni del mal llamado ‘intrusismo’, ni de la escasez de papel, ni siquiera de su ya evidente sumisión a los dictados de empresas y partidos… O quizá haya sido todo eso a la vez: el resultado de un modelo empresarial que, como en el caso de la industria de la cultura, no ha sabido y no ha querido adaptarse a los profundos cambios que están marcando el trasvase de milenio.

La industria del periodismo de papel es hoy un barco que naufraga sin rumbo, incapaz de recuperar el liderazgo que hasta hace poco ejercía sobre el conjunto de los medios, de mantener sus niveles de influencia y, aún peor, de sostenerse económicamente ni de garantizar la integridad laboral de aquellos que son materia prima y cimiento de su propuesta: los periodistas.

Más en: El fracaso de la prensa