Hace años, cuando mi columna vertebral aún daba para eso, tuve una pequeña embarcación neumática con motor, que subía y bajaba desde mi casa a la costa con gran entusiasmo y considerable esfuerzo. La verdad es que era un peñazo, pero me divertía.
En cierta ocasión, al entrar con ella en una ensenada, me pararon unos uniformados que me exigieron que les mostrara “mi titulín”. “¿Qué?”, pregunté, perplejo. Me enteré entonces de que para conducir cualquier barca con motor, por minúscula que sea, hay que obtener un título que, como es muy poca cosa, lo llaman “titulín”.
Al principio me pareció ridículo pero, tras pensarlo, concluí que era sensato. A fin de cuentas, por pequeño que sea el bote, uno va por la orilla con una hélice en marcha, por allí hay gente nadando o buceando… En fin, que conviene estar adiestrado en lo que se puede hacer y en lo que no, y en cómo hacerlo.
Hay profesiones, empleos y oficios que no requieren ningún título. Si uno pinta cuadros, lo hará mejor o peor, pero no pone nada en peligro, salvo el buen gusto. Pasa lo mismo con la escritura. Y con el periodismo: he tenido a mi cargo licenciados en Ciencias de la Información incapaces de hacer la O con un canuto y primorosos escritores autodidactas.
Asunto muy distinto es el de los cirujanos, o el de los ingenieros, o el de los arquitectos. Son profesiones de riesgo. Por más que el título universitario no certifique su pericia, aporta una mínima garantía. Es exigible.
Ahora se discute si hay que tener título para ejercer de informático. Jamás le he pedido a nadie del ramo que me enseñe ningún diploma.Al tercer día de trabajo uno ya sabe si es competente o si es mejor mandarlo a freír espárragos. (sic)
Fuente: Oficios, títulos y titulines
Las protestas contra Bolonia amenazan con superar las que provocó la LOU
Las principales críticas hacia este modelo educativo son la privatización y la falta de recursos
Profesores y alumnos prevén que se intensificarán con la adaptación de más carreras al espacio europeo
El curso universitario ha comenzado caldeado. Aunque a la llamada declaración de Bolonia le quedan pocos meses para cumplir ya un decenio, las protestas en contra de este proceso, cuyo objetivo es crear un espacio europeo de la educación superior, han arreciado en las últimas semanas, y la previsión de muchos es que se intensifiquen en los próximos meses.
Las movilizaciones comenzaron en España hace un par de años, pero con manifestaciones aisladas y poco numerosas. De hecho, las universidades gallegas, que en la campaña en contra de la LOU lideraron las críticas, en este caso han ido detrás de las protestas nacionales. Pero, desde el comienzo de este curso, Bolonia parece haber despertado la conciencia de muchos profesores y estudiantes que aseguran que las reivindicaciones se intensificarán e incluso podrán alcanzar y superar las que se llevaron a cabo en contra de la LOU a finales del año 2001.
Manifestaciones masivas, concentraciones y encierros -con Barcelona a la cabeza-, hacen prever que después del parón navideño las aulas vuelvan a la carga. Incluso en Galicia, las dos jornadas de huelga y las concentraciones convocadas por el Sindicato de Estudiantes tuvieron un seguimiento importante, aunque a años luz de las del 2001.
Las medidas derivadas de Bolonia, sin embargo, se están aplicando en las universidades. En Galicia hay cinco titulaciones que ya se han adaptado a las directrices del espacio europeo, Políticas y Matemáticas en Santiago, Bellas Artes en Vigo, y Terapia Ocupacional y Sociología en A Coruña. El decano de esta última, José Luis Veira, es de los que opinan que las movilizaciones pueden ir en aumento «porque todo el mundo tiene distintas razones para protestar, incluso desde diferentes ideologías».
¿Y por qué se ha esperado hasta el 2008 para rebelarse? Porque no ha sido hasta ahora que la abstracción de una declaración se ha plasmado en medidas concretas.
[…]Aunque la filosofía es más amplia y camina hacia la movilidad europea y la homologación de los sistemas de educación superior, hay varios puntos clave en la declaración de Bolonia. Las diplomaturas y licenciaturas pasarán a llamarse grados y todas tendrán en España una duración de cuatro años (salvo excepciones, aunque en muchos países de Europa se optó por tres años); serán carreras generalistas y la especialidad vendrá de la mano de los posgrados; los créditos de un título se fijarán en función de las horas lectivas y de los trabajos del alumno, con lo que la asistencia a clase será casi imprescindible; se buscará más financiación con inversión privada, aunque la base seguirá siendo la pública. Si comenzaron las movilizaciones con poco más de 150 títulos adaptados en toda España (los menos polémicos), cuando se adapte todo el sistema universitario, el debate estará servido.
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«Bolonia podría haber hecho una reforma a fondo de las ingenierías»
La adaptación de los planes del estudio al Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) marcará su nuevo mandato como director. ¿Cómo va este proceso?
-Empezamos con la experiencia piloto en 2002, antes de que empezaran la Universidad de Córdoba y la Junta de Andalucía. De hecho, la Junta adoptó nuestro modelo de experiencia piloto. Más allá del cambio metodológico, la clave es el cambio del concepto de título. El concepto de título de grado de cuatro años del EEES colisiona con el concepto clásico, desgraciadamente decimonónico, de la Ingeniería en España, donde hay un ingeniero técnico y un ingeniero. Esto tenía sentido en algunas profesiones, como la arquitectura, pero en el resto tienen prácticamente las mismas atribuciones y las empresas contratan a los técnicos porque cobran menos por hacer lo mismo. Pensábamos que se iba a aprovechar la convergencia europea para cambiar esto, pero nos hemos encontrado con los intereses de los colegios profesionales e incluso de las propias escuelas, que no quieren que las cosas cambien y por eso el Ministerio se ve atado de manos a la hora de hacer una definición de los títulos.
-El plan de estudio, según el decreto de ordenación de las enseñanzas universitarias, tiene nueve apartados, de los cuales uno son los contenidos, que es el único que no podemos hacer a la espera de que el Ministerio saque los decretos con los contenidos. Lo que sí vamos a hacer es la definición de competencias, del sistema de garantía interno de calidad y todo lo que podemos ir trabajando. El próximo día 17, en la Junta de la Escuela, dejaremos constituidas las comisiones para la creación de los planes y ya podremos empezar a trabajar en este sentido. Además, probablemente, después de Navidad estén listos los decretos del Ministerio y podremos definir los contenidos.
-Ya en nada. Bueno, digamos que es una oportunidad para hacer un cambio metodológico y para adaptar las titulaciones al mercado. Sin embargo, creo que el cambio podría haber sido más intenso. El beneficio del plan Bolonia [como también se denomina al EEES] podría haber sido mayor, si se hubiera acometido una reforma a fondo de las ingenierías. Pero no se va a tocar nada. Los títulos van a cambiar de nombre y de duración pero van a seguir dando acceso a las mismas profesiones y así lo fijan los decretos.
-Hay que partir de que estas titulaciones no van a desaparecer. Sin embargo, no están reconocidas, reguladas, por el Ministerio. Es decir, no se le exigen unos contenidos mínimos definidos por Ley, sino que ahora mismo son las universidades las que tienen la capacidad de configurar estos títulos. Las universidades españolas ya estamos de acuerdo sobre cuál debe ser el contenido. Ahora la batalla es que el Ministerio que nos supervisa admita la regulación de la profesión. Algo que creo que debe hacer de manera urgente.
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Bolonia no puede acabar en otro fiasco
Manuel Castells, sociólogo y profesor de la Universidad californiana de Berkeley, conocido en el Principado por ser el coordinador de un voluminoso informe, Estrategias para la Reindustrialización de Asturias, pintaba hace unos días un cuadro crítico de la realidad universitaria: «Tras tres décadas como catedrático en España y en algunas de las mejores universidades del mundo, sigo percibiendo en muchas de las nuestras el predominio de los intereses corporativos y personales sobre los valores de la educación y la ciencia». Reflexionaba el catedrático sobre la próxima transformación que imponen los acuerdos de Bolonia.
Bolonia es a la Universidad lo que el euro a la economía: un sistema único de enseñanza superior en toda Europa. Persigue que el título de un ingeniero alemán valga lo mismo que el de un español, que sus estudios tengan una estructura similar y que su currículum académico sea homologable para la empresa que decida contratarle aquí o en cualquier otro país comunitario. A partir de ahora, las carreras de siempre pasarán a ser estudios de grado (de tres o cuatro años), a los que se añadirá un máster (de uno o dos años) y finalmente un doctorado. El cambio comporta unificar un sistema pedagógico y un método común de evaluación para que los resultados sean equiparables en toda Europa. Las clases ya no será magistrales, sino más participativas. El trabajo por cuenta del alumno pesará mucho. El sujeto del aprendizaje se traslada del profesor al estudiante. La forma de medir su esfuerzo académico no serán únicamente las horas lectivas, sino también sus trabajos, sus lecturas y sus prácticas. En teoría, una verdadera revolución universitaria.
En Asturias hay un proceso contra el reloj para adaptar las enseñanzas. La Universidad acaba de aprobar esta misma semana doce grados y veintiocho máster. Los primeros pasos parecen indicar que preocupa más avanzar en un traspaso nominal de las viejas titulaciones que en nuevas propuestas que resalten las ventajas competitivas de la Universidad asturiana. Cada departamento, cada campus, intenta conservar su cuota de poder. Dejarse llevar por esa inercia es desaprovechar la oportunidad que brinda Bolonia para acometer una transformación a fondo. Estamos inmersos en una gran crisis. Quien tenga el conocimiento posee la herramienta principal para superarla antes. Y la formación del conocimiento está en las universidades.
La reforma fue acogida hace diez años con mucha ilusión. El entusiasmo ha ido decreciendo. Los bandazos han sido constantes. Alimentan una legión de escépticos. Ministras españolas del mismo partido que se sucedieron en Educación han mantenido criterios radicalmente distintos sobre aspectos clave del proyecto. Algunos todavía no resueltos, como las atribuciones profesionales entre ingenieros y peritos.
Gobierno central y comunidades autónomas han estado pasándose la pelota sin que nadie liderase verdaderamente el cambio. La decisión de suscribir el acuerdo fue del Gobierno central. Las competencias universitarias son de las comunidades autónomas. Unos y otros se han desentendido de llevar la iniciativa, quizá para evitar que el que se mueva no salga en la foto. Por más que se diga que no supondrá costes añadidos, una enseñanza metodológicamente distinta y de mayor calidad como la que se plantea resultará más cara. La financiación, a estas alturas, todavía no está resuelta.
El físico asturiano Antonio Fernández Rañada suele repetir que si España no tuviera algún equipo de fútbol entre los cien mejores del mundo habría una escandalera nacional. Sin que la autoridad competente se ruborice, ninguna universidad española está entre las cien mejores del ranking mundial, prueba palmaria de su bajo nivel científico y docente. Más que su renta o producto interior bruto, lo que eleva el estatus internacional de un país es su potencial tecnológico, directamente proporcional a la eficiencia de su sistema educativo. Y, el español, salvo por sus malos resultados en el informe PISA o por el fracaso escolar, en nada destaca. La patente más rentable de la investigación nacional es una proteína, usada para ampliar muestras de ADN, hallada hace veinte años por la bioquímica asturiana Margarita Salas. En todo este tiempo, no ha habido ningún otro descubrimiento en el sector público que resultara más atractivo, lo que demuestra la sequía de España para los avances.
Asturias está preparando la Universidad del siglo XXI. En su diseño, frente a prebendas internas, debe primar el referente de los valores académicos. La adaptación a Bolonia coloca a las universidades en el mercado y las hará competir por el estudiante. Las mejores, las más dinámicas, tendrán más posibilidades. La brecha se agrandará para las que se duerman en los laureles, para las que se entretengan en su endogamia, no se rodeen de excelencia y no potencien a sus élites. Asturias necesita la mejor Universidad posible, también la que se adecue a los recursos disponibles, la que pueda pagarse. La Universidad española está dominada por la rutina de un sistema burocratizado, decía el profesor Castells. Cada reforma ha cambiado todo para que todo siga igual. Esta vez no puede suceder lo mismo.
Fuente: Bolonia no puede acabar en otro fiasco
El encuentro de asambleas de alumnos reclama en un manifiesto «definir el modelo de Universidad que queremos»
Estudiantes de diferentes puntos de España reunidos este fin de semana en Valencia han redactado un manifiesto común contra el Proceso de Bolonia en el que critican que con el Espacio Europeo de Educación Superior se trata a la educación como un «negocio» y a los estudiantes como «mercancías».
Y en: Bolonia reduce al universitario a mercancía, dicen los estudiantes
«La crisis ha obligado a demorar muchas decisiones de carácter técnico»
«El futuro pasa por pequeñas empresas convertidas en unidades de negocio permeables a la cooperación»
El gijonés Iván Montes es una de esas «leyendas urbanas» que mediada la década de los noventa del siglo pasado se vio obligado a «emigrar» a Madrid en busca de oportunidades laborales. Finalizados los estudios de Informática, no encontraba su lugar en Asturias. Hoy dirige con éxito la empresa Partner Tecnológico, una joven firma asociada al parque empresarial de Cabueñes y especializada en el desarrollo de software para la gestión industrial.
-¿Se considera usted una «leyenda urbana»?
-Soy de los primeros que se fueron a Madrid. Entonces no había tanto trabajo en Asturias y me vi obligado a salir fuera. Estuve allí un año y medio, pero siempre tuve muy claro que quería hacer mi vida aquí.
-¿Qué diferencias observa en el salto de la Universidad a la empresa?
-Hay bastante cambio. La Universidad te enseña conocimientos globales y tiende a reaccionar con más tardanza respecto al mundo real, pero también es verdad que su cometido no es enseñar a replicar un sistema, sino a que aprendas a hacer las cosas por tu cuenta. No obstante, en nuestro campo la Universidad de Oviedo tiene un nivel muy alto y está muy prestigiada en el campo de la informática.
-¿Cómo está afectando la crisis económica a su sector?
-Por el momento no nos está afectando, está tocando otros frentes. Pero nuestro mayor peligro es que llegue a nuestros clientes, que pueden ver afectada su capacidad financiera para desarrollar nuevos proyectos. En muchos casos lo que estamos viendo es que están retrasando decisiones, esperando a ver qué pasa en 2009; nos dicen que esperemos. La cuestión es que los departamentos técnicos dan aprobación a los proyectos que presentamos, pero luego falta pasar el filtro financiero de la empresa, ahí es donde puede haber un frenazo.
-¿Cómo está siendo este año?
-Para nosotros, 2008 está siendo el mejor año para la empresa. La crisis nos llega en un mal momento porque podría frenar esa progresión.
-Los primeros recortes afectan a los departamentos de I+D.
-Generalmente es donde más se sufren esos recortes. En empresas más grandes donde existe una desvinculación entre el personal técnico y el personal de finanzas podemos pasar sin dificultad el filtro técnico, pero lo que más miedo nos da es que esta crisis suponga un frenazo a esos proyectos porque los responsables de la empresa decidan aplazar inversiones. En este momento la perspectiva que tenemos es que nos encontramos en el mismo nivel de ofertas que hace un año, pero se alarga más el lapso de tiempo en que el cliente toma las decisiones.
-¿Qué les aporta su integración en el grupo Entec (Enlace Tecnológico)?
-Para nosotros, es vital. De cara a la pyme industrial, el grupo abarca todo el espectro de necesidades que debe cubrir una empresa en el entorno de la producción. Así las posibles vías de entrada a un cliente se multiplican porque todos trabajamos dentro de una empresa en el aspecto del producto final, aunque desde diferentes ámbitos cada uno, que nos permiten complementarnos muy bien.
[…]-¿Qué es vanguardia en su sector?
-La mayor demanda viene de la automatización de los procesos productivos. Hay mucho por hacer en las pymes asturianas con las tecnologías de las que disponemos hoy día. Incrementar la automatización de los procesos industriales no conlleva una reducción del capital humano. Detrás de una máquina siempre debe haber personas, aunque no es lo mismo desarrollar un proceso de forma manual que contar con el apoyo de computadores. Se evitan pérdidas de tiempo innecesarias, se reduce el margen de error y bajan los costes.
-¿Cómo están viviendo las últimas movilizaciones del sector informático?
-Con bastante preocupación No es posible que pretendan hacer de la informática un conocimiento transversal. Ser informático no significa únicamente saber programar; para completar la automatización de un proceso productivo es necesaria una serie de conocimientos que sólo se estudian en la carrera. Hacer un proyecto, gestionarlo y llevarlo a un entorno informático exige un cierto nivel de especialización. En el momento actual de cambio debería buscarse la regulación de la profesión, pero se está aprovechando para diluir la carrera.
Más en: «La crisis ha obligado a demorar muchas decisiones de carácter técnico»
Y en: El capital humano, el principal valor de las empresas asociadas al grupo Entec
Internet ya se consume más que la tele
Un estudio revela que en España cada internauta utiliza la red 12,1 horas por semana, algo más de un punto por encima de la pequeña pantalla
Internet se ha convertido ya en el medio más consumido en España, con 12,1 horas a la semana por internauta, algo más de un punto por encima de la televisión cuyo consumo es de 11,7 horas por semana, un 11 por ciento menos que en 2004.
Ésta es una de las conclusiones del estudio europeo «Mediascope», realizado por la Asociación Europea de Publicidad Interactiva (EIAA), que ha realizado 9.000 entrevistas en diez países europeos, 1.000 de ellas en España, realizadas entre el 1 y el 21 de septiembre de 2008.
El consumo de radio es de 10,9 horas por semana, un 22 por ciento menos que en 2004, mientras que el de periódicos es de 4,4 horas por semana y el de revistas 3,6 horas.
Este estudio también se centra en el consumo simultáneo de medios, así un 23 por ciento ve la televisión simultáneamente con internet y un 21 por ciento escucha la radio.
En el caso del público de televisión, un 15 por ciento utiliza internet frente al televisor y un 14 por ciento reparte su atención con la prensa diaria.
Además, la encuesta concluye que, mientras la televisión, la radio y la prensa tienen picos de consumos en determinadas franjas horarias, internet tiene un consumo elevado, constante y heterogéneo en sus usos durante el período de tiempo más prolongado, de 10.00 horas a las seis de la mañana.
El 32 por ciento de los encuestados españoles asegura «sentirse perdido» sin la televisión, frente a un 27 por ciento de media entre los europeos y, en el caso de internet, esta cifra se reduce al 22 por ciento en España, frente al 35 por ciento en Europa.
El estudio revela que 178 millones de europeos, que representan el 60 por ciento de su población, se conectan regularmente a internet una media de 12 horas por semana, de los que 18,4 millones son españoles, sobre todo, los que tienen entre 35 y 54 años.
Mientras que en Europa el 84 por ciento de los europeos se dedican a búsquedas on line, en España es el 63 por ciento, pero supera a la media europea en conexión con redes sociales, un 47 por ciento frente al 41 de media europea, o la descarga de música: un 37 por ciento frente al 26 por ciento de la media europea.
En los últimos meses, el 79 por ciento de los encuestados españoles realizaron alguna compra en línea y gastaron 521 euros de media, sobre todo en billetes de tren o avión, vacaciones, música o entradas de cine y teatro.
En otro frente de la red, las estafas que se realizan son diez veces más de las que los consumidores denuncian, según estimaciones del Instituto Nacional de Consumo (INC).
Más en: Internet ya se consume más que la tele
‘Mileuristas’ para siempre
España perdió la oportunidad de crear empleo de calidad en los años de bonanza
La brecha salarial con los socios europeos se consolida y la paradoja sigue: se buscan profesionales, pero muchos se van
Como en España no se vive en ninguna parte. Hartos de oírlo, puede haber quien se lo crea. Pero unos cuantos datos podrían bajarle los humos a los optimistas. Por ejemplo: con los horarios de España se trabaja en muy pocas partes. Y con la tasa de temporalidad que hay el mercado laboral español, prácticamente en ninguna. En pocos países europeos hay tantos licenciados, máster arriba máster abajo, con sueldos mileuristas. Y en ningún otro país -al menos de la OCDE- el poder adquisitivo de los trabajadores ha bajado en plena década de bonanza. ¿De verdad que como en España no se vive en ninguna parte?
El kilo de ingeniero, de médico, de abogado, de licenciado, sale proporcionalmente en España más barato que en los países de su entorno, y los incentivos económicos para obtener un título universitario -la mejora salarial respecto al que carece de él- van a la baja con los años.
Un puñado de datos ilustra que tener título universitario no es un gran negocio. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el 22,7% de los trabajadores indefinidos y el 40,27% de los eventuales de entre 16 y 30 años desarrolla un trabajo que requiere menos preparación de la que tiene. Comisiones Obreras da una cifra absoluta: 1,3 millones de licenciados tiene un trabajo que no es acorde a su formación. Además, la diferencia de jornal entre los universitarios y los que no han acabado la secundaria ha caído un 40% entre 1997 y 2004, según un estudio de La Caixa. Los colectivos profesionales no dejan de quejarse de la devaluación de su trabajo, no sólo en términos económicos, sino también de prestigio.
"El hecho de que más de la mitad de los jóvenes estén empleados con contratos temporales perjudica el desarrollo de su potencial, con lo que esa parte de población que está más formada que la media no está sirviendo para mejorar la productividad de la economía española. La economía no se está beneficiando de su formación", dice Andrés Fuentes, economista primero del departamento de la OCDE especialista en España y Suiza.
El informe oficial del organismo, de 2008, también incide: "La economía no ha experimentado todo el beneficio de la enorme entrada de trabajadores cualificados", que son el 40% de aquéllos entre 25 y 35 años.
Más en: ‘Mileuristas’ para siempre
Ingenieros como los blancos
¿Saben aquell que diu que no quería estudiar en una rama de la ingeniería, sino que quería estudiar en pupitre, como los blancos? Es un chiste de tiempos pasados… ¿O no? Déjenme explicarles un problema del que quizás hayan oído hablar sin terminar de entenderlo.
La ingeniería es un conjunto de conocimientos científicos y tecnológicos junto a unas metodologías de aplicación para resolver un problema o cubrir una necesidad. En la Universitat de València, donde yo trabajo, se enseñan las aplicaciones de la ciencia y la tecnología desde antes que yo naciera, y se imparten titulaciones de ingeniería química, ingeniería electrónica, ingeniería informática e ingenierías técnicas de telecomunicación desde hace 15 años.
Tradicionalmente, en España las diferentes titulaciones de ingeniería tienen atribuciones profesionales, lo que implica que determinados proyectos, instalaciones o actividades deben ser realizadas o supervisadas por personas con una titulación específica. Por ello, la formación de los estudiantes de una especialidad debe tener un tronco común, que en la actual reforma de los planes de estudio se ha recogido en unas fichas que establecen el núcleo de cada ingeniería.
¿Y a qué viene el chiste inicial? El problema es que la última regulación importante de atribuciones para las ingenierías data de 1971. Las ingenierías más recientes, surgidas desde entonces, no han sido reguladas con atribuciones profesionales. Particularmente, la ingeniería informática, clave para el funcionamiento de las empresas, organizaciones y administraciones públicas en el siglo XXI, puede ser ejercida por personas de cualquier especialidad, incluso sin titulación universitaria, ya que no se exige la titulación de ingeniería informática para responsabilizarse del desarrollo, instalación y mantenimiento de un sistema informático.
¿Es posible? Aunque afortunadamente las Administraciones Públicas suelen pedir esta titulación para cubrir los puestos de trabajo responsables de sus sistemas y tecnologías de la información, y las empresas valoran dicha titulación, en demasiadas ocasiones la relativa novedad de la profesión y la confusión de la informática personal y popular (informática para todos, o llamar informático a todo el que trabaja con ordenadores) con la ingeniería informática tiene consecuencias impensables en otros campos. ¿Llama usted ingeniero de automoción al que sabe conducir un coche? ¿Encargaría usted a un mecánico, por excelente que fuera, el diseño e instalación de una planta de fabricación de vehículos? ¿Encargaría usted a un ingeniero de telecomunicación, que ha estudiado bastante electricidad, planificar y supervisar la instalación eléctrica de un hospital? Espero (por su bien) que no. Pues no confíe usted un sistema informático a alguien sin la titulación específica.
Lamentablemente, el Gobierno ha instado la elaboración de las fichas de las ingenierías, pero sólo de las que tienen atribuciones, y ha decidido no regular las ingenierías más recientes, con argumentos puede que aceptables, pero que de aplicarse coherentemente deberían conllevar la desregulación del resto de las ingenierías y la supresión de las atribuciones establecidas.
La falta de una ficha para la Ingeniería Informática (que parece van a subsanar ante la presión ejercida por estudiantes, profesores y profesionales) no quiere decir que la titulación vaya a desaparecer (los estudios pasados y futuros siguen siendo completamente oficiales y válidos), pero junto a la inexistencia de regulación de la profesión prolonga su discriminación respecto a otras ingenierías e impide el adecuado reconocimiento social de esta profesión, lo cual además dificulta seriamente el desarrollo de la sociedad de la información en España.
Así que si lee, oye o ve a los titulados e ingenieros informáticos protestando, recuerde que lo que quieren es ficha y atribuciones, como los blancos, y créame que eso sería bueno para ellos y para el conjunto de la sociedad.
Vicente Cerverón es profesor de la Escuela de Ingeniería ETSE de la Universitat de València.
Fuente: Ingenieros como los blancos
Las auxiliares de informática de Arcelor cifran en 80 los empleos recortados
«Si Bolonia sigue adelante, desaparecerán los estudios regulados de Ingeniería Informática»
Fernando Román Avila Vázquez
Vocal del Colegio Profesional de Ingenieros Informáticos de Castilla y León
«Actualmente existe una nebulosa sobre cómo se realizará la homologación de los que ya terminaron su formación conforme a los nuevos grados»
ANA MARÍA CAVERO. Desde los colegios profesionales de ingenieros en informática se vienen convocando una serie de protestas porque temen por el futuro de su profesión.
– ¿Desaparecerá la Ingeniería Informática?
– Si el proceso de Bolonia sigue adelante, desaparecerán los estudios regulados de Ingeniería Informática. Por eso, una de nuestras reivindicaciones fundamentales es la no desregulación de esos estudios.
– ¿Cuál es actualmente la situación de la carrera?
– La Ingeniería Informática, como cualquier otra ingeniería, cuenta con unas asignaturas troncales comunes que todas aquellas universidades que ofertan la carrera tienen que cubrir. Es decir, existe un plan de estudios concertado con el Ministerio de Educación al que tiene que atenerse cualquier universidad que quiera ofrecer la carrera de Ingeniería Informática. Sin embargo, si se aprueba Bolonia, estas directrices desaparecerán.
– ¿Por qué?
– Porque la Ingeniería Informática es la única de todas las ingenierías para la cual, el Ministerio de Educación, no ha elaborado una ficha para adaptar la carrera al nuevo espacio europeo de educación superior. Al no obligarse a las universidades a que los futuros ingenieros en informática cumplan con unos conocimientos mínimos, estos estudios se están quedando sin regulación.
– ¿Cuál será la consecuencia?
– Que, si se aprueba Bolonia, cualquier universidad que quiera ofertar estudios de Ingeniería Informática podrá hacerlo como mejor le parezca, sin tener que adherirse a ningún plan de estudios preestablecido, sin ceñirse a unas asignaturas mínimas y sin ninguna garantía de calidad. Eso significa un retroceso que no estamos dispuestos a aceptar. Por el contrario, queremos ir a más.
– ¿Por eso reclaman tener atribuciones?
– Así es. Somos de las pocas ingenierías, junto con la Ingeniería Química, que no tenemos atribuciones. Actualmente los distintos ingenieros son competentes en una serie de materias y, de acuerdo a esas competencias, tienen una serie de atribuciones. Por ejemplo, un ingeniero industrial eléctrico es competente en cuestiones de electricidad y por tanto tiene una serie de atribuciones, a través de su colegio profesional, para tener en exclusiva la potestad y el derecho de poder firmar proyectos de instalación eléctrica lo que garantiza frente a los clientes una calidad mínima. Esto con el ingeniero informático no ocurre. De tal modo que un sistema informático lo puede diseñar y dirigir cualquier persona.
– ¿Se dice que la Ingeniería Informática no tiene atribuciones por tratarse de una profesión transversal?
– Eso es algo con lo que estoy absolutamente en contra. Que hoy en día un abogado pueda firmar un proyecto de ingeniería informática es para nosotros una aberración. Primero por los propios ingenieros informáticos que estamos sufriendo un agravio comparativo con el resto de ingenieros, y segundo, y más importante, porque la sociedad no tiene un respaldo, una seguridad. ¿Qué pasa si falla el sistema informático de una central nuclear? ¿Quien garantiza su calidad? Es verdad que actualmente hay algunas atribuciones compartidas, porque el mundo de la tecnología, como puede ser internet, involucra a otras ingenierías, como la de telecomunicaciones o incluso la industrial electrónica. Pero hay otras que son exclusivas, como la ingeniería de software o la administración de base de datos por nombrar algunas.
– ¿Si la Ingeniería en Informática no aparece en el proceso de Bolonia, sus atribuciones pasarán a manos de los ingenieros de telecomunicaciones?
– Este es un tema que puede ser hasta ilegal, porque no pueden otorgarles las atribuciones, sin que tengan las competencias. Los ingenieros en telecomunicaciones, con todos mis respetos, no saben nada de ingeniería de software porque además no tienen por qué saberlo, del mismo modo que yo no sé nada de arquitectura. Cada uno tiene sus competencias y las atribuciones tienen que ser obviamente acordes a esas competencias. Por eso lo que pedimos es que se regule el día a día profesional de los ingenieros informáticos atribuyéndoles unas atribuciones, valga la redundancia, a las competencias que tenemos por los estudios que hemos cursado.
– ¿Cuántas afectados hay en Zamora?
– Muchos. Como ejemplo, el curso pasado regresaron 21 alumnos de la Escuela Politécnica que, de seguir adelante el plan Bolonia, no podrán homologar sus estudios a los nuevos grados porque existe una nebulosa sobre cómo se realizarán dichas homologaciones.
Fuente: «Si Bolonia sigue adelante, desaparecerán los estudios regulados de Ingeniería Informática»