Aunque el consumismo es omnipresente en nuestras vidas, hay épocas del año en las que resulta especialmente agresivo. El último tramo del año siempre lo ha sido, pero desde hace unos años lo es aún más merced a la vorágine del denominado «Black Friday», un evento que tendrá lugar este viernes 24 de noviembre y que tendrá su réplica virtual el lunes 27, con la celebración del “Cybermonday”.
Las compras por Internet se disparan a lo largo de estos días y, más, teniendo en cuenta que, según los últimos datos, España fue el segundo país del mundo donde más crecieron las compras por Internet en 2023. Entre enero y marzo se incrementaron en un 19%.
En este aumento, también los delincuentes aprovechan para pescar, y como gran parte de las transacciones se realizan en internet, ahora los denominamos «ciberdelincuentes». ¿Son diferentes las ciberestafas de las estafas tradicionales? Realmente no, pero existen motivos para tratarlas de forma especial.
Lo único que cambia es el medio por el que se produce la estafa. Si antes se hacía cara a cara y después por teléfono u otros medios, ahora se trata de internet. Pero, curiosamente, las precauciones que tomamos instintivamente en el cara a cara se relajan en internet. Y lo hacen, pienso, porque el número de señales que percibimos se reduce. Ya no vemos los gestos de la cara, las manos, la postura o el tono de voz de quien tenemos delante.
Pero existen otras señales, y deberíamos entrenarnos para entenderlas y procesarlas en nuestra toma de decisiones. Algunas de ellas tienen que ver con la tecnología, pero quiero comenzar con las más tradicionales.
Demasiado bueno para ser verdad
Una de las bases de la ingeniería social es utilizar el cebo adecuado, y los delincuentes tienen ahora mucha información que les permite saber qué nos atrae. Por tanto, intentarán que su oferta sea irresistible. Pueden hacerlo con un precio increíblemente bajo, o poniendo a nuestra disposición un producto que no se encuentra fácilmente.
Titulares engañosos
A veces el truco está en que nos hacen creer que estamos comprando un producto y, realmente, nos están vendiendo otro. Es importante leer detenidamente toda la descripción y buscar dónde está el truco, especialmente si se cumple el punto anterior y la oferta es especialmente buena.
Sensación de urgencia
La compra por impulso es nuestro gran enemigo. ¿Cuántas veces hemos comprado algo que no teníamos pensado comprar, simplemente porque había una buena oferta? El delincuente lo sabe e intenta transmitirnos una gran urgencia. Quizás la oferta caduque en unas horas, o queden pocas unidades en stock, o cualquier otra excusa.
Realizar unas cuantas comprobaciones no lleva demasiado tiempo y nos puede salvar. Por otro lado ¿sería tan grave perder esa oferta y no comprar un producto que, realmente, no necesitamos?
¿Son quienes dicen ser?
Otro de los clásicos es la suplantación de identidad, o como alternativa más simple la creación de una identidad falsa. Los delincuentes intentarán parecer vendedores importantes, de prestigio. Si compramos algo sin habernos asegurado de que el vendedor es de absoluta confianza, como si fuera poco ser estafados podríamos encontrarnos sintiendo un gran sentimiento de culpa.
Todo esto es aplicable a cualquier medio. Pero ¿qué podemos hacer en concreto en internet? En este caso lo más importante es el último punto, es decir, asegurarnos de con quién estamos tratando y así veremos si podemos arriesgar nuestra confianza con ese vendedor.
Algunos consejos
- Si no conoces al vendedor, desconfía especialmente. Incluso recomendaría no comprar nunca en una tienda desconocida de la que hayamos recibido justo ahora ofertas especialmente jugosas.
- Si conoces al vendedor, asegúrate de que la oferta (y la web) sea realmente suya. Para ello puedes acudir a la web oficial. Si la oferta está en una web diferente, comprueba que en la oficial hay un enlace hacia la oferta.
- Analiza bien los contenidos de la web del vendedor. Comprueba si la redacción es extraña, si alguna sección está incompleta, faltas de ortografía, malas traducciones, etc. Dentro de la web, fíjate especialmente en la información de contacto, los avisos legales, formas de pago, políticas de envío y devolución de productos. Por supuesto, fíjate si el vendedor tiene sede en España y un NIF.
- Dedica unos minutos a buscar al vendedor en internet, tanto el nombre como el NIF. Pueden pasar tres cosas:
- No encuentras ninguna referencia. En este caso, desconfía. Es muy probable que el vendedor no exista y que todo haya sido creado para la ocasión.
- Encuentras comentarios, la mayoría de ellos alertando de posibles estafas.
- Encuentras noticias y comentarios como de cualquier empresa, buenos y malos. Puedes leerte unos cuantos y tomar tu decisión sobre la calidad del servicio, pero si ves llevan meses o años en activo es buena señal.
- Comprueba los perfiles en redes sociales del vendedor. Fíjate especialmente en su antigüedad y si lleva tiempo publicando contenidos. A poco que te fijes es fácil distinguir un perfil falso creado recientemente.
- En la misma línea, puedes comprobar cuándo se ha creado el dominio de la página web, y quizás quién es el propietario. Para ello existen en internet los servicios WHOIS, o también puedes buscarlo en el servicio «https://archive.org» que guarda el histórico de cambios de una página web.
- Comprueba que la web utilice comunicaciones cifradas para asegurar la privacidad. Es decir, que la dirección empiece por «https» y justo a su izquierda en el navegador aparezca un candado cerrado. Si es así, también puedes pulsar en el candado y comprobar que el certificado de seguridad sea válido y haya sido expedido a nombre de la empresa que dice ser.
Si finalmente decides comprar, un último consejo. Hazlo con una tarjeta monedero o una tarjeta con un límite reducido, y revisa que el cargo que recibas sea correcto. Y por supuesto, vigila posibles cargos adicionales que te puedan llegar. De esta manera reducirás el riesgo de males mayores, incluso si finalmente era una estafa.