«Cualquiera puede cocinar», sentenciaba el inolvidable Chef Gusteau en la película Ratatouille. Un lema que, como muchos aficionados a la cocina, he hecho mío. Desde que me independicé, he disfrutado cocinando para mi familia y amigos, logrando un nivel que considero aceptable para un entusiasta culinario. Incluso, en mis años mozos, llegué a contemplar la idea de abrir un restaurante, convencido del éxito que mis tortillas y paellas tendrían entre el público.
Sin embargo, el paso del tiempo, la experiencia, y por qué no, las horas invertidas viendo a Chicote en «Pesadilla en la Cocina» o la reciente serie «The Bear», me han hecho recapacitar. Esas ideas juveniles ahora me provocan sonrojo al imaginar el caos y el fracaso que me habrían esperado.
Hacer buenas tortillas para amigos o paellas los fines de semana está muy bien, pero no te convierte en un chef profesional. Al igual que cocinar, programar también puede parecer accesible a cualquiera. De hecho, creo firmemente que todos deberían tener la oportunidad de aprender a programar. Los beneficios del pensamiento computacional y la algoritmia son innegables para el desarrollo de cualquier estudiante o profesional.
Más allá de programar: ingeniería informática
No obstante, crear software a nivel profesional dista mucho de ser una simple tarea de programación. Es como comparar preparar la cena con abrir un restaurante o construir y operar una fábrica de comida: ambos requieren un nivel de complejidad y especialización que va más allá de la mera elaboración del producto.
Ǫuienes estudiaron ingeniería informática en los años 90 seguramente recordarán «Metodología de la Programación I», una asignatura de primer curso donde muchos aprendimos a programar desde cero. Recuerdo con cariño las palabras de nuestro profesor Secundino, quien utilizaba la receta de la tortilla de patatas para enseñarnos a pensar algorítmicamente. Nos desafiaba a crear el mejor algoritmo posible para llegar a ser «Informáticos de pensar».
En efecto, en esa asignatura aprendíamos a programar bien. Pero la carrera de informática iba mucho más allá. Ser un profesional de la informática implica enfrentarse a la complejidad del software, aprender a un ritmo acelerado, gestionar el ciclo de vida del software, comprender el funcionamiento de los sistemas operativos y las redes de comunicaciones, diseñar estructuras y bases de datos, aprovechar las redes neuronales y la IA, dominar la ingeniería del software, los sistemas distribuidos, la computación paralela, la Web, las metodologías de desarrollo y gestión de proyectos, la administración de sistemas y un largo e interminable etc. Un conjunto de herramientas que se adquiere con mucha formación y te equipa para adaptarte a cualquier entorno y dejar tu marca en el sector tecnológico.
El software: corazón del mundo actual
Hace ya más de una década, Marc Andreessen profetizaba que «El software se estaba comiendo el mundo». Hoy, en palabras de McKinsey, esta predicción se ha convertido en una realidad: «El software es el mundo». Su presencia impregna cada aspecto de nuestras vidas, desde la forma en que trabajamos y nos comunicamos hasta la manera en que consumimos entretenimiento y accedemos a información.
En este panorama digital en constante evolución, las empresas que lideran el camino son aquellas que han comprendido el poder transformador del software y han colocado a los ingenieros informáticos en el centro de su estrategia. Estas empresas, ya sean gigantes tecnológicos o startups innovadoras, reconocen que la creación de software de alto nivel no es una tarea que pueda tomarse a la ligera. Requiere una sólida formación y experiencia en ingeniería informática, una disciplina que va mucho más allá de la simple programación.
Sin embargo, el éxito en el mundo digital no depende únicamente de los ingenieros informáticos. Para alcanzar su máximo potencial, las empresas requieren un equipo diverso compuesto por profesionales con diferentes formaciones y experiencias.
Ingenieros y técnicos de otras disciplinas, científicos, expertos en el dominio, diseñadores y especialistas en UX, marketers, expertos en negocios, comunicadores y muchos más, todos juegan un papel fundamental en la creación de productos y servicios digitales exitosos.
La clave reside en la colaboración efectiva entre estos profesionales. La sinergia entre las habilidades y conocimientos diversos es lo que impulsa la innovación y permite a las empresas adaptarse a las necesidades cambiantes del mercado digital.
En un mundo cada vez más digital, la demanda de talento diverso seguirá creciendo. Invertir en la formación y el desarrollo de equipos multidisciplinarios posicionará a las empresas para liderar el futuro impulsado por la innovación tecnológica.
Reducir el software a una simple tarea de programación es subestimar su impacto. Requiere una formación sólida y experiencia en ingeniería informática para crear soluciones de alto nivel.
Las empresas que no reconozcan el valor de los ingenieros informáticos y la diversidad de talento se quedarán atrás en la era digital. Es hora de apostar por el talento y el conocimiento en esta área esencial para el progreso y la innovación.
Enrique Riesgo Canal
Ingeniero en Informática y Chief Software Engineering & Operations Officer en Plexigrid